YO SOY Uno en la Unidad.


YO SOY Uno en la Unidad
En el corazón de Dios
Dios YO SOY
Porque YO SOY Dios
Porque todo lo que Dios creo lo creo de su propia sustancia
Por lo tanto todo es Dios
YO SOY parte de ese todo
YO SOY Dios
YO SOY Uno
YO SOY la unidad
YO SOY la esfera de la unidad que abarca el cosmos
Renuncio a toda imagen de un Dios externo
Renuncio a toda imagen de un Dios en el Cielo
Renuncio a toda imagen de un Dios en un mensajero
y solo acepto la única verdad de que Dios está en mi

porque YO SOY Dios en su mas pura manifestación.

Yo estoy aquí y he venido a manifestar la plenitud

de mi amor y mi Luz a la tierra.
YO SOY el Jesús el Cristo, YO SOY el Cristo Jesús

en cada uno de vosotros, ya no me veáis afuera porqu

e yo siempre he estado adentro.
Rechazad vuestra mente carnal
que es la que os quiere hacer creer en los maestros externos

y en el Dios externo.
Yo he venido pero realmente siempre estuve aquí

porque soy uno en cada corazón que vibra
y en cada corazón que se abre.
Soy uno en el corazón del cosmos
Soy uno en vuestro propio corazón



SOMOS UNO

SOMOS UNO

miércoles, 23 de abril de 2014

¿Eres normal o eres grandioso por naturaleza?

Ninguna situación material, por más opresora y tenebrosa que sea, te impide reconocer tu vida en la Luz.
¿Eres normal o eres grandioso por naturaleza?
Según el diccionario, natural es “perteneciente o relativo a la naturaleza o conforme a la cualidad o propiedad de las cosas”. Normal es “que sirve de norma o regla o que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano”.

Se podría decir que el Ego es lo normal y que el Ser es lo natural. Sin embargo, actuamos cotidianamente como algo natural lo que es normal. Sería sólo un juego de palabras si no fuera que es tan pesadamente importante.

Una de las cosas naturales dentro de la normalidad del Ego es que estamos en una dualidad y eso implica que siempre encontraremos mínimamente dos extremos de cualquier cosa, además de los grises entre ellos. Debería ser un hecho reconocido que venimos con ciertos aspectos “malos, oscuros, negativos, bajos, siniestros” o como se los quiera denominar. TODOS tenemos esas facetas. No obstante, nos la pasamos continuamente tratando de negarlas, esconderlas, rechazarlas, como si fueran pecados o  faltas que solamente uno tiene la desgracia de poseer... porque los demás son buenos y viven una vida feliz... ¡justo a mí me vino a tocar ser yo!!

Suena gracioso, ¿sí? Es lo que piensas sin parar. Tú crees que eres el único que tienes tantas imperfecciones, que le pasaron esas cosas terribles en su existencia, que no vino con las condiciones necesarias para ser exitoso en lo que desea, que le sobra mucho de lo malo y que le falta algo bueno (no sabes muy bien qué). En principio, te está faltando un poco de sentido de la realidad. No eres diferente del resto. Los siete mil millones que estamos encarnados en la Tierra estamos jugando el mismo juego, cada uno con sus propias formas.

¿No es algo increíblemente fantástico que no se te haya ocurrido esto? Compartes con los demás esas cosas malas con las que tanto te victimizas y te justificas. Por lo tanto, en principio, acéptalas como integrantes del paquete. Luego, pregúntate: ¿y para qué están ahí? Si no fueran importantes, no estarían. Sería como cuestionarte ¿y para qué tengo dos brazos?

Una posible respuesta es que están ahí para que tengas la experiencia completa de las posibilidades en un determinado aspecto. A veces, exploras un extremo; a veces, el otro. Oscilas hasta que aprendes por tu propia cuenta cuáles son las consecuencias en ti mismo y en otros. Por ejemplo, aprendes a no hacer a los demás lo que no te gusta que te hagan.

Tu Ser hace un gran trabajo de diseño en cada encarnación para experimentar cómo transformarse en un Creador responsable, cómo espiritualizar la materia, cómo entregarse al Amor, entre otras cosas. Y resulta que tú escupes al Cielo (mejor dicho, a ti mismo) porque no vienes imbuido de las más finas cualidades que se pueden exigir en un ser humano. ¡Ah! Exigencia es la palabrita... del Ego.

Tú ya traes todas las cualidades (y desafíos) que necesitas para lo que viniste a ser y hacer. Aceptarlo es el primer paso, como te dije; dejar de lamentarte vanamente. Después, quizás te des cuenta de que tus “defectos” son una puerta a tus cualidades, a través de la exageración. Reflexiona: si simplemente bajases el tono de las cosas, te encontrarías con algo muy bueno.

Un ejemplo básico: si dejaras de hacer tanto drama de todo, vivirías mucho más tranquilo y podrías considerar lo que te sucede como lo que te propusiste para esta vida. Otro: eres demasiado agresivo, hasta un poco violento. Si disminuyes el caudal y lo encaminas, puedes usar esa energía para llevar adelante tus proyectos. Así, más satisfecho de ti mismo, descubrirías la ternura que te habita y que no podía salir porque vivías defendiéndote de los otros. Otro: eres un gran egoísta. Un poco de egoísmo no te viene mal porque de esa forma puedes pensar por ti mismo y ver qué te gusta, qué te sirve, adónde quieres ir. El egoísmo que está demás en ti puedes utilizarlo para mostrarle a los demás las bondades de ocuparse de su propia vida, dejando de estar tan pendientes de los demás. Otro: eres muuuuuuy sensible. Contiénete a ti mismo y canaliza la bobalicona hipersensibilidad demandante en verdadera sensibilidad compasiva y/o creativa para tu bien y el de otros.

Haciendo estas cosas, te irás acercando a lo más natural de ti, o sea a tu Ser, a lo que es tu esencia luminosa y amorosa. Normalizarás la actividad de tu Ego y dejarás de perder el tiempo y la energía en luchar, en esforzarte, en ser “bueno”, en parecerte a los otros. Celebrarás ser tú mismo, con tus luces y sombras; concientizarás que estás en un universo amable, abundante, variado, creativo; te integrarás como el Ser Humano Divino que realmente eres.

Autora: Laura Foletto

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