YO SOY Uno en la Unidad.


YO SOY Uno en la Unidad
En el corazón de Dios
Dios YO SOY
Porque YO SOY Dios
Porque todo lo que Dios creo lo creo de su propia sustancia
Por lo tanto todo es Dios
YO SOY parte de ese todo
YO SOY Dios
YO SOY Uno
YO SOY la unidad
YO SOY la esfera de la unidad que abarca el cosmos
Renuncio a toda imagen de un Dios externo
Renuncio a toda imagen de un Dios en el Cielo
Renuncio a toda imagen de un Dios en un mensajero
y solo acepto la única verdad de que Dios está en mi

porque YO SOY Dios en su mas pura manifestación.

Yo estoy aquí y he venido a manifestar la plenitud

de mi amor y mi Luz a la tierra.
YO SOY el Jesús el Cristo, YO SOY el Cristo Jesús

en cada uno de vosotros, ya no me veáis afuera porqu

e yo siempre he estado adentro.
Rechazad vuestra mente carnal
que es la que os quiere hacer creer en los maestros externos

y en el Dios externo.
Yo he venido pero realmente siempre estuve aquí

porque soy uno en cada corazón que vibra
y en cada corazón que se abre.
Soy uno en el corazón del cosmos
Soy uno en vuestro propio corazón



SOMOS UNO

SOMOS UNO

lunes, 31 de mayo de 2010

Solo el Amor echa fuera al temor.

Carmelo Urso - entiempopresente2@gmail.com La autora estadounidense Jean Fleming señala: "Sin duda, cuando tememos lo que pueda pasar en el futuro, le robamos fuerza y gozo al día de hoy". Amado lector o lectora, nosotros conocemos ese tipo de temor. Imaginarias amenazas surcan nuestras mentes… ¡y, simplemente, muchas de ellas nunca llegan a materializarse (a Dios gracias)! Por eso escribió un poeta: "Prefiguras vanas batallas / sin que acaezcan". En las noches, absortos en las noticias de los telediarios, pasamos los últimos minutos del día estremecidos por la situación nacional y mundial: delincuencia desatada; conflictos bélicos; desajustes económicos; enfermedades desconocidas; calentamiento global. A ese cuadro apocalíptico, se suman nuestras preocupaciones domésticas: cuentas por pagar; menguantes ingresos; malestares del cuerpo; reclamos de nuestros hijos… vale decir, un nutrido ejército de aprensiones que toman por asalto nuestra mente para ocupar vastos territorios en ella. El filósofo romano Horacio recomendaba hace dos mil años: "Gobierna tu mente o tu mente te gobernará a ti". En una mente sin gobierno, campea a sus anchas el temor. El Amor –la divina presencia del Uno- es el único gobierno que pone orden en nuestra psique, en nuestro corazón. Está escrito: "Sólo el amor echa fuera al temor". Por eso, centremos nuestra atención en ese Dios que es Todo Amor y no en los fantasmagóricos ejércitos que suelen poblar nuestras pesadillas. El amor es la única forma de cordura La extensión del Amor es la única solución cuerda para nuestros problemas sean de orden particular o de alcance planetario. Trátese de sanar un resfriado o de detener una guerra de cien años, el antídoto es idéntico, el milagro es el mismo: transfigurarnos a imagen y semejanza del Amor para que el mundo que percibamos esté hecho de esa misma naturaleza. Transcurre un tiempo inédito en que más y más de nosotros despertamos a la realidad del Amor: nos convertimos así en una masa crítica capaz de elevar conciencias, cambiar paradigmas, transformar radicalmente la visión de nuestras ciudades, instituciones, sociedades… ¡en fin, nuestro mundo…! El origen del temor La autora norteamericana Ganga Stone asevera que el miedo surge de nuestra creencia en la "pauta de aniquilación", es decir, del hecho de pensar que la Vida termina cuando cesan las funciones del cuerpo. Esta es –por supuesto- una creencia del ego, que no percibe Vida más allá del cuerpo. Mientras en nuestra mente prospere el sistema de pensamiento del miedo, nuestro cuerpo no pasará de ser la encarnación y morada del ego. Sólo cuando asumimos el sistema de pensamiento del amor, la mente y el cuerpo pasan a ser instrumentos del Uno, medios para dar y recibir Vida, conocimiento, libertad... En el sistema de pensamiento del miedo, todo evento tiende a convertirse en una preocupación, en un problema, porque asume que la realidad no existe más allá del cuerpo –el cual es percibido como frágil, abatible. En verdad, la realidad del ego puede cesar en cualquier momento: queda aniquilada con la muerte física… ¡ciertamente, para el ego, mantenerse vivo es un problema muy complicado! Al respecto, la autora del clásico libro "Volver al Amor", Marianne Wiliamson, señala: "Nuestros problemas mundanos no son, en realidad, más que síntomas del verdadero problema, que es siempre una falta de amor". Osho, el celebrado maestro hindú, añade: "La vida no es un problema. Si la consideras un problema estás dando un paso equivocado. La vida es un misterio que tienes que vivir, amar, experimentar (…) No intentes comprender la vida. ¡Vívela! No intentes comprender el amor. Instálate en el amor. Entonces sabrás… ¡y ese saber surgirá de tu experiencia! Ese saber no destruirá el misterio: cuanto más sepas, más sabrás que queda mucho por saber". El sendero del amor es el camino de la confianza y la valentía El sendero del amor es, entonces, el camino de la confianza, de la valentía. El ya mencionado Osho llama a esta actitud "la alegría de vivir peligrosamente", la cual define en estos términos: "Los que son valientes se tiran de cabeza. Buscan todas las oportunidades de peligro (…) Y no hacen surf sólo en los mares exteriores: surfean en sus mares internos. Y no sólo escalan los Alpes y el Himalaya, sino que buscan cumbres internas". Sobre esas cumbres a las que nos lleva escalar el amor, sentencia Marianne Williamson: "A veces, la gente piensa que recurrir a Dios significa dar entrada en nuestra vida a una fuerza que nos lo mostrará todo color de rosa y la verdad es que significa dar entrada a todo aquello que nos obligará a crecer (…) Una vez que recurrimos a Dios, nos topamos con todo aquello que puede enfurecernos. ¿Por qué? Porque el lugar donde nos entregamos al enojo y el miedo –y no al amor- es nuestra muralla, nuestro límite". Prosigue con estas palabras: "Cualquier situación que nos saque de quicio es una situación donde aún no tenemos la capacidad de amar incondicionalmente (…) Nos movemos con comodidad en las pocas áreas donde nos resulta fácil amar. Es tarea del Espíritu Santo no respetar esas zonas de comodidad, sino destruirlas. No estaremos en la cumbre de la montaña mientras no nos resulten cómodas todas las zonas. El amor no es amor si no es incondicional y no tendremos la vivencia de quiénes somos en realidad hasta que no tengamos la vivencia del amor perfecto". Llenos de amor y confianza –que son sinónimos a la luz del Creador- reinterpretamos nuestros miedos como esos límites que debemos trascender para obtener Iluminación; no juzgamos nuestros temores ni los del prójimo; no nos culpamos por experimentarlos: al contrario, somos lo suficientemente valientes como para hacernos conscientes de ellos. No nos condenamos por expresarlos y comunicarlos; ya no sentimos vergüenza por pedir ayuda a nuestros semejantes o al Poder Superior a fin de dejarlos atrás; porque detrás de cada miedo late una urgente petición de amor, una impostergable necesidad de amar y ser amado… El temor a Dios: el último obstáculo en el camino del amor perfecto "Dios es Amor"… ¡y no obstante, durante milenios, se nos ha enseñado a temer a Dios! Temer al Amor es una contradicción que es elocuentemente pregonada por el ego… El Dios del ego está hecho a imagen y semejanza del cuerpo: casi siempre tiene forma de hombre, aunque a veces exhibe esbelta fisonomía femenina; suele ser viejo; en ciertas sociedades, incluso, está provisto de un gran falo; su mente está tan atormentada como la del común de nosotros: envía diluvios, lluvias de azufre y graves cataclismos cuando lo estima necesario; erige limbos e infiernos donde despliega vastos métodos de tortura. Considera sagrada su cólera; no tiene empacho en maldecir y declararse celoso; en medio de sus muy humanas contradicciones –y de su tendencia a cargarnos de culpas- tal Deidad dice amarnos; no es raro que lleguemos a la adultez extremadamente confundidos con nuestra visión de lo que es el Amor y de lo que es nuestra relación con Dios. Algunos de nosotros hemos tenido que transitar un largo viaje de perdón para reestablecer nuestra conexión con el Uno. Perdonar aquí significar disipar todas las proyecciones de culpa que almacenamos en nuestra mente con relación al arquetipo de Dios que nos fue enseñado; con relación a nuestros padres y figuras de autoridad (que nos sirvieron para modelar nuestra propia visión neurótica de Dios); y, finalmente, con nosotros mismos, como depositarios de los infinitos pecados, miedos y castigos que nos fueron endosados por el Dios del ego, a fin de devastar nuestra autoestima y despojarnos de nuestra herencia más natural: el Amor, la Vida Eterna… Meditaciones para reconectarnos con el Amor En su excelente libro "Milagros", Sondra Ray nos provee de una serie de afirmaciones para reconectarnos con el Amor divino y disipar las espesas tinieblas del temor. A continuación, reproducimos y parafraseamos algunas para tu beneficio, amado lector o lectora. Si deseas repetirlas en forma de oración, serán extremadamente poderosas para ti: Diestro Arquitecto del Universo (o como quieras llamarlo): Me perdono a mí mismo por pensar que estaba separado de Ti. Aquí y ahora, en este instante presente –único real y eterno- Tú y yo somos Uno. Abandono el miedo al castigo divino y descanso en Tu santa paz. Estaba equivocado al creer que Tú castigabas a la gente. Perdono a quienes me enseñaron eso y me perdono a mí mismo por haberlo creído. Ya no culpo a los demás. Acepto la total responsabilidad de todo lo que he hecho. Pongo todas mis habilidades a disposición del Espíritu Santo. Someto mis relaciones más íntimas a Tu voluntad para que sean santificadas. Enfoco mi atención en Tu reino: así puedo estar en la conciencia celestial y compartirla con los demás. Separo el amor del miedo, como el trigo de la cizaña. Abandono todos mis miedos al amor. En lugar del dolor, elijo Tu alegría, la sagrada alegría de Dios. Soy Uno Contigo y soy inocente… ¡Ésa es mi fuerza! El amor es la única forma de cordura. Dado que Tú sólo deseas para mí la felicidad perfecta, ya no temo a Tu voluntad. Tu voluntad y la mía son ahora idénticas, indivisibles... Amén.
Estoy en manos de Dios. Siento fortaleza y coraje interno Confió en mi guía interior Mi corazón está repleto de fuerza y confianza

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