YO SOY Uno en la Unidad.


YO SOY Uno en la Unidad
En el corazón de Dios
Dios YO SOY
Porque YO SOY Dios
Porque todo lo que Dios creo lo creo de su propia sustancia
Por lo tanto todo es Dios
YO SOY parte de ese todo
YO SOY Dios
YO SOY Uno
YO SOY la unidad
YO SOY la esfera de la unidad que abarca el cosmos
Renuncio a toda imagen de un Dios externo
Renuncio a toda imagen de un Dios en el Cielo
Renuncio a toda imagen de un Dios en un mensajero
y solo acepto la única verdad de que Dios está en mi

porque YO SOY Dios en su mas pura manifestación.

Yo estoy aquí y he venido a manifestar la plenitud

de mi amor y mi Luz a la tierra.
YO SOY el Jesús el Cristo, YO SOY el Cristo Jesús

en cada uno de vosotros, ya no me veáis afuera porqu

e yo siempre he estado adentro.
Rechazad vuestra mente carnal
que es la que os quiere hacer creer en los maestros externos

y en el Dios externo.
Yo he venido pero realmente siempre estuve aquí

porque soy uno en cada corazón que vibra
y en cada corazón que se abre.
Soy uno en el corazón del cosmos
Soy uno en vuestro propio corazón



SOMOS UNO

SOMOS UNO

jueves, 29 de mayo de 2014

Arquitectos de nuestra realidad


Un principio metafísico nos dice que los semejantes y los antagónicos son lo mismo, idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado ¿No son el frío y el calor los extremos de la temperatura? ¿No son el amor y el odio los extremos de la emoción?
Esta ley nos permite entender que si queremos cambiar o revertir alguna situación desfavorable debemos aplicar el viejo lema “Al mal tiempo, buena cara”.
En el instante en que inhalamos por primera vez nos asociamos a la mayor fuerza del universo:
el poder creacional.
El sentido de la vida es lograr materializar nuestros deseos interiores mediante la fuerza del sentimiento y el pensamiento.
No obstante, despertar dicho poder de materialización requiere de un cambio en la forma de todo aquello que creemos de nosotros mismos y de las dinámicas de creación de la realidad. Así como el sonido se propaga por el aire, nuestros pensamientos, sentimientos y creencias atraviesan el entramado cuántico para convertirse en una manifestación de optimismo o pesimismo, de salud o enfermedad, de amor o de odio, de paz o de violencia.
Somos los directores de orquesta de nuestra propia sinfonía.
De la misma manera que un músico afina su instrumento para mejorar el sonido de su melodía, nosotros podemos refinar nuestras propias formas de pensamiento y emociones para mejorar la frecuencia que propagamos por el éter y que determinarán el tenor de lo manifestado como realidad.
Cada vez que pensamos o sentimos, es un pedido que consciente o inconscientemente hacemos para preservar o destruir algo que conforma la existencia, incluso las cosas que establecen los parámetros de nuestra propia realidad y la de nuestros semejantes.
Existimos en una realidad mutable, maleable, que es el resultado de lo que individualmente y colectivamente sentimos, pensamos y creemos.
Todo, desde una célula de nuestro cuerpo hasta el logro de nuestros esfuerzos, depende de nuestra manera de pensar con respecto a nosotros mismos y nuestra propia creencia en lo que somos o no somos capaces de hacer.
Una vez escuché decir a un físico cuántico:
“Los milagros son el resultado de nuestro poder de cambiar aquello que nuestra falta de fe nos hace creer que es inalterable”.
La ciencia, con el advenimiento de la nueva era del conocimiento cuántico, ha descubierto que las leyes de lo físico colapsan frente al potencial incomprendido de la mente y la fuerza del espíritu.
El hombre, desde que nació la ciencia, se dedicó a estudiar por separado lo que siempre estuvo unido dentro de un sistema holotrópico, aquello que permite a la parte ser una pieza constitutiva de un conjunto que es en sí mismo el movimiento hacia la totalidad y la unidad.
La disociación entre la ciencia y la espiritualidad comienza a fundirse en un punto en el cual se espiritualiza la ciencia y la espiritualidad se científica.

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