
Sin miedo al que diran
En un lejano pueblito de una apartada Provincia de la India vivía un monje. Por su conducta, su bondad, su honestidad y espíritu de servicio, era considerado el ejemplo para toda la juventud del pueblo.
No sólo era admirado por todos, sino que se había convertido en el respetado consejero en las situaciones conflictivas. Las expresiones de agradecimiento y admiración habían hecho del monje el emblema y ejemplo a seguir por el pueblo entero. Un mal día una joven pudiente del pueblo salió embarazada. Dado el escándalo que se produjo y para proteger al seductor, la protagonista no encontró nada mejor que atribuirle al monje la autoría de la paternidad.
En ese momento el monje se convirtió de admirado en repudiado, de buen ejemplo en mal ejemplo, de virtuoso en una verguenza; y como castigo le obligaron a cuidar del fruto del pecado. Años después la joven arrepentida confesó la verdad, y automaticamente el pueblo entero tuvo las mejores expresiones sobre el monje. Se hablaba de él mucho mejor y con más insistencia que antes que ocurriera el desafortunado suceso. Se disculpaban, le solicitaban perdón y hasta llegaron a tratarlo como un santo.
Ante tanto halago y exageraciones de sus virtudes y condiciones, el monje aprovechando na reunión les dijo: no os preocupeis, yo sé muy bién quien soy; ni les creí cuando me consideraban ejemplar, ni les creo cuando me consideraron un lucifer, ni les creo ahora que han vuelto a beatificarme. Yo siempre supe lo que soy y la opinión de ustedes, a favor o en contra, nunca me quebrantaron lo que he pensado de mi.
Ese centro interior debe ser inalienable, debe tener una identidad bién definida a toda suerte de seducción, comercialización o amenaza. Ser lo que somos debe ser la condición sinequa non para conservar nuestra tranquilidad y felicidad; nuestra autenticidad no debe ser negociable y nada ni nadie debe hacernos dudar de ella. En tal sentido decía Confucio:” Nadie te puede ofender si lo que te dicen no lo tomas como una ofensa “; el verdadero problema no está en lo que el otro diga o piense de ti, sino en que no estés suficientemente claro contigo mismo y te hagan dudar si eso es lo que eres.
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