YO SOY Uno en la Unidad.


YO SOY Uno en la Unidad
En el corazón de Dios
Dios YO SOY
Porque YO SOY Dios
Porque todo lo que Dios creo lo creo de su propia sustancia
Por lo tanto todo es Dios
YO SOY parte de ese todo
YO SOY Dios
YO SOY Uno
YO SOY la unidad
YO SOY la esfera de la unidad que abarca el cosmos
Renuncio a toda imagen de un Dios externo
Renuncio a toda imagen de un Dios en el Cielo
Renuncio a toda imagen de un Dios en un mensajero
y solo acepto la única verdad de que Dios está en mi

porque YO SOY Dios en su mas pura manifestación.

Yo estoy aquí y he venido a manifestar la plenitud

de mi amor y mi Luz a la tierra.
YO SOY el Jesús el Cristo, YO SOY el Cristo Jesús

en cada uno de vosotros, ya no me veáis afuera porqu

e yo siempre he estado adentro.
Rechazad vuestra mente carnal
que es la que os quiere hacer creer en los maestros externos

y en el Dios externo.
Yo he venido pero realmente siempre estuve aquí

porque soy uno en cada corazón que vibra
y en cada corazón que se abre.
Soy uno en el corazón del cosmos
Soy uno en vuestro propio corazón



SOMOS UNO

SOMOS UNO

domingo, 19 de septiembre de 2010

Sin miedo al que diran

Sin miedo al que diran

En un lejano pueblito de una apartada Provincia de la India vivía un monje. Por su conducta, su bondad, su honestidad y espíritu de servicio, era considerado el ejemplo para toda la juventud del pueblo.

No sólo era admirado por todos, sino que se había convertido en el respetado consejero en las situaciones conflictivas. Las expresiones de agradecimiento y admiración habían hecho del monje el emblema y ejemplo a seguir por el pueblo entero. Un mal día una joven pudiente del pueblo salió embarazada. Dado el escándalo que se produjo y para proteger al seductor, la protagonista no encontró nada mejor que atribuirle al monje la autoría de la paternidad.

En ese momento el monje se convirtió de admirado en repudiado, de buen ejemplo en mal ejemplo, de virtuoso en una verguenza; y como castigo le obligaron a cuidar del fruto del pecado. Años después la joven arrepentida confesó la verdad, y automaticamente el pueblo entero tuvo las mejores expresiones sobre el monje. Se hablaba de él mucho mejor y con más insistencia que antes que ocurriera el desafortunado suceso. Se disculpaban, le solicitaban perdón y hasta llegaron a tratarlo como un santo.

Ante tanto halago y exageraciones de sus virtudes y condiciones, el monje aprovechando na reunión les dijo: no os preocupeis, yo sé muy bién quien soy; ni les creí cuando me consideraban ejemplar, ni les creo cuando me consideraron un lucifer, ni les creo ahora que han vuelto a beatificarme. Yo siempre supe lo que soy y la opinión de ustedes, a favor o en contra, nunca me quebrantaron lo que he pensado de mi.

Ese centro interior debe ser inalienable, debe tener una identidad bién definida a toda suerte de seducción, comercialización o amenaza. Ser lo que somos debe ser la condición sinequa non para conservar nuestra tranquilidad y felicidad; nuestra autenticidad no debe ser negociable y nada ni nadie debe hacernos dudar de ella. En tal sentido decía Confucio:” Nadie te puede ofender si lo que te dicen no lo tomas como una ofensa “; el verdadero problema no está en lo que el otro diga o piense de ti, sino en que no estés suficientemente claro contigo mismo y te hagan dudar si eso es lo que eres.

Estoy en manos de Dios. Siento fortaleza y coraje interno Confió en mi guía interior Mi corazón está repleto de fuerza y confianza

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